sábado, 4 de septiembre de 2010

Benji podía encadenar una erección trás otra: tal como se quitaba un condón después de correrse, se ponía el siguiente. Continuaba hasta que la salida del sol o las obligaciones diarias, que no eran muchas, nos obligaban a salir de la cama. Y así, con tanta práctica, un buen día sentí lo que no había sentido nunca.

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