Saben bien mis amigos que soy muy de catalogar a la gente decidiendo si son unos divertidos o no.
Para mi es algo muy simple, si me haces gracia, pero gracia de verdad, de esas gracias simples y blancas, de esas risas sencillas y puras, si tienes el pelo rizado y tropiezas al caminar, no hay duda, habrás acaparado toda mi atención.
En otras palabras, que aquello que verdaderamente somos, sin artilugios ni subterfugios, es la verdadera imagen que mostramos al mundo exterior. O lo que es lo mismo: que cuando logramos quitarnos la careta ya no tenemos la oportunidad de apostar.
Sam Taylor-Wood también es una divertida.
Esta artista nos muestra un mundo sencillo, desnudo, de saltos y piruetas, un mundo de lagrimas, de cambios, un mundo con sexo, un mundo de acción. Seguro que en su mundo también hay alguna Raquel.
Lo que quiero decir, es que esta artista de lo visual crea imágenes, crea situaciones y momentos, lo que tu hagas con ellos, lo que tu imagines, como tu las catalogues, es tu decisión.
Simpleza estructural.
No hablo de juzgar. Seguir nuestras impresiones no es una mala forma de acertar, que todo eso que dicen de que la primera es la que cuenta debería ser verdad.
Simpleza estructural. Sin engaños ni movidas. Muéstrate como eres que lo de seguir conociéndose viene detrás.
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