miércoles, 13 de agosto de 2008

Todo principio tiene su fin. Es una verdad inquebrantable. Lo sabia Franco y ahora lo se yo. A el le duro cuarenta años y al final fue lo suficientemente inteligente o cobarde según como y quien lo mire de, comprender sus errores y ceder el paso a un nuevo futuro que tanto se necesitaba y que tanto se pedía, o, fundirse en sus miedos de odio e inestabilidad e intentar dar la buena cara con una democracia cara al pueblo, que en verdad era una dictadura, la suya, cara al poder. Fuera como fuese, Franco supo cual era su lugar, el que el se busco, y como actuar. Por que todo tiene un final, obvio, nada es perenne, es imposible que lo sea, no se muy bien el motivo de esta imposibilidad, pero es así, tan cierto como que existe un principio por que nosotros lo decidimos. Llegamos aquí a la conclusión de que al final todo es un cúmulo de nuestros requerimientos (sueños y anhelos), que empezamos donde queremos y terminamos como mas deseamos. Somos nosotros quienes nos marcamos, y somos capaces de marcar a los demás. El problema de nuestra falta de poder, de nuestra falta de autoestima o empuje es que científicamente vemos más en horizontal que en vertical, más lo que existe, lo que nos rodea, que lo que hay arriba, lo que pude existir, y lo que nos puede rodear. Por que, como todo el mundo sabe, lo sabia Franco y también lo sabia Lucy, todo lo que queremos es posible, todo esta sobre nosotros, en ese cielo del que llueven diamantes.

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